El muro es un muro, pero tiene que ser más de lo que es. Los arquitectos de la Weissenhof ofrecían distintas funcionalidades a sus construcciones, por ello, un muro dentro de esta Colonia no podía ser menos.
El muro no sólo limitará zonas, si no también será un lugar por el que pasar, será un pasillo en el que refugiarse del frío y la lluvia y estar fresco en verano, constando de dos partes una para cada función, sobre y bajo tierra.
En la Weissenhof se daba mucha importancia a la luminosidad, por ello el color de las viviendas, blanco; de esta manera, para introducirse en el interior de un muro, éste debe tener luz; una buena forma es dejándola pasar mediante materiales transparentes como el vidrio que además proporciona una sensación de amplitud al interior del muro, por otro lado, para aplicar una solución bajo tierra se pondrán una especie de ventanales que permitan la entrada de el sol a la parte subterránea.
La temperatura es más cálida bajo tierra y además el reflejo del Sol (cuando lo haya) ayudará a notar una sensación cálida en este lugar en invierno, pero además el subterráneo ofrece frescura en verano; mientras, sobre tierra la temperatura en verano no es excesivamente elevada, y la zona alta tendrá una cómoda calidez, además de resguardar de la lluvia (el verano no está exento de ella).
En Stuttgart llueve considerablemente, así, es importante encontrar un material bien impermeable y que además sea coherente con el resto, podemos utilizar margas, de color blancuzco y que impiden el paso del agua, material que además se puede encontrar en zonas relativamente cercanas.
El muro permitirá el paso cómodo de una persona de pie.
Con estas soluciones, se puede hacer frente al clima de la zona, otorgando una zona alternativa a la vivienda de confort, y, además solucionar los principales puntos de actuación de la Weissenhof tales como otorgar funcionalidad a un muro y levantar una construcción que no impida el paso de la luz, siendo siempre coherente con el entorno blanco y brillante de la Weissenhof.